Justo cuando ya creía que esta libre de estos eventos, recibo un correo de una vieja amiga comunicándome que se casa en un mes.
El evento tiene su miga; ha convocado para la ocasión a todas aquellas compañeras de colegio/instituto/universidad con las que más o menos hace 15 años que no nos vemos. ¡Ese es el plan!
Por eso estos días estoy poseída por sentimientos de desconcierto, duda y horror.
¿Porqué un chica madura, inteligente, profesional respetable y con numerosos encantos sigue pensando en casarse con una ceremonia que incluye todo lo incluible?
¿Porqué aprovecha la ocasión para recordar tiempos pasados?
¿Terminará esto bien?
Ya lo veremos. Eso sí, ¡yo me lo pienso pasar pipa!
Me motiva verla entrar por el pasillo central del santuario de la patrona vestida de merengue, con niños y niñas portadores de arras, pétalos, etc.
Me muero por oírla pronunciar esos votos arcaicos y machistas a ella, toda una feminista y reivindicativa profesional del derecho.
Y por supuesto, quiero estar sentada en la mesa con todas nuestras antiguas amigas. Quiero ver como la vida nos ha tratado a una mejor que a otras; con la absoluta y pueril confianza de que yo, por supuesto, lo he sido mejor que ellas.
En esto si que estoy segura que soy como el común de los mortales.
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