¡PAVA! Con
el coraje que me da.
Por
desgracia durante estos días he vuelto a tomar conciencia de mi “personal temperamento”.
Me veo en la
tesitura de recibir clases de baile desde hace un mes de... ¡bailes latinos!
Y yo, muy
sobrada, porque ya había tomado clases hace unos diez años y aguanté más de
tres, pensé que la cosa iba a ser fácil. Que equivocada estaba.
En tan solo
cinco o seis horas de clase he podido comprobar el escaso sentido del ritmo que
poseo, por no hablar de la falta de coordinación además de confirmar que definitivamente
no tengo oído.
Entre mis
virtudes tampoco se encuentran : ni la gracia, ni el encanto, ni la
femineidad, ni el sexapil, ni la soltura, ni el desparpajo, jajá…. Todo son
carencias.
Esto en mi
casa siempre se le ha llamado ser “pava”. Y por más vueltas que le doy y aunque
pensaba que era una etapa que ya había superado, resulta que no, que sigo siendo pava y que no era algo superado con la madurez. Los que bien me quieren lo
llaman ser elegante y fina, sencilla y encantadora, todo encanto y glamur.
Pero lo sé, soy pava y estoy viendo la manera de reconducirlo.
Y para empezar
he aquí mi mantra, ha vuelto a mi memoria desde un pasado muy, muy lejano...
“Ni tengo pico, ni tengo alas, ni pongo huevos como
las pavas”
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