viernes, agosto 28

POST… VACACIONAL

Aquí estoy de vuelta de las vacaciones.

Creo que he descansado pero hasta dentro de un mes o así no lo podré confirmar, yo soy así… las cosas siempre a “posteriorí”.

He tenido tiempo para los amigos, para la familia e incluso para mí. He disfrutado de la playa, del campo y de alguna otra escapadita.

Ahora toca reubicarse en la rutina del trabajo, en el día a día. Normalmente sé que he descansado cuando llego al punto sin retorno durante las vacaciones de ¡ME ABURRO! y quiero volver a mi vida habitual.

Eso al día de hoy no ha pasado todavía, cabe la posibilidad de que está vez no haya ocurrido porque me he organizado de verdad las vacaciones y no he parado ni un momento, pero mucho me temo que no es así. La verdadera razón es que ¡TENGO COSAS MEJORES QUE HACER!


Quiero leer a la orilla de la playa a media tarde cuando el sol ya no aprieta.
Quiero dormir una siesta de dos horas aunque me haya levantado a las once la mañana.
Quiero ver películas antiguas de madrugada sin pensar en levantarme al día siguiente.
Quiero no saber ni el día ni la hora en la que vivo.
Quiero pasar el día con amigos o incluso con la familia y no tener nada que decirnos porque ya lo hemos hablado todo.
Quiero conocer otros sitios, otras gentes, otros modos de vivir.

… ahora que punteo las cosas, compruebo que es normal que no me haya dado tiempo de aburrirme… ¡si sólo he tenido un mes!

Como todos sabemos que soy una tía positiva, aparte de vivir del recuerdo, intentaré prolongar estas prácticas tan placenteras el resto del año, para ello no me quedará más remedio que prescindir de algunas rutinas insignificantes en mi día a día como son: perder dos horas al día conduciendo a/desde el trabajo, trabajar en el despacho mínimo ocho horas al días, aguantar gilipolleces y a gilipollas, por no hablar de otras tareas domésticas…¡MIERDA DE VIDA!


Para que luego digan que no existe el sindrome postvacacional

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